22/12/08

-No creo en la suerte.
-¿Por qué?
-Porque odio pensar que no soy yo el que decide en mi vida.


Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocia la esencia de la vida.La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control.

En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atras. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas o no lo hace y pierdes...

6/12/08

[Temo que llegue el dia en que esa vida llame a mi puerta...y no sepa que contestar...]

Llega a casa tarde, como siempre. Ella le espera con una sonrisa en su rostro y su mejor cara de felicidad. Se preocupa por su día mientras se limpia las manos en su delantal. Él ni la ve, solo asiente y sube directo arriba. Ella vuelve a la cocina, triste cárcel de su rutina. Cuando baja ya esta la cena preparada y la mesa servida. No se da cuenta ni de lo que come, mientras mira la televisión con la mirada fija. Ella se sienta en silencio y mira el plato con desgana. Él le pide una cerveza, ella atenta le sirve enseguida. Al volver al salón, el ya esta en el sofá. Ella recoge la mesa sin haber probado bocado. En la cocina se oyen sollozos mezclados entre platos, enjuaga los vasos mientras sueña con vivir… Desde el piso de arriba se escuchan los ronquidos. En la puerta se oye a una vecina que acaba de salir. La casa es silenciosa, y ella se siente infeliz. Se mira al espejo y no recuerda su sonrisa. Ya no sabe cual era el color de la alegría, y hace tiempo que olvido su infancia. No se reconoce frente al espejo, y teme perderse. La báscula es una fría enemiga. Sus tacones de aguja cogen polvo en el desván. Y su única compañía es un triste delantal. Hace tiempo que perdió su pasión en la cama. Su única conversación es con la escoba y el trapo. Debe estar agradecida si recibe un beso por semana. El cartero es más atento que su propio marido. Y ella…ha escondidas se gasta su dinero en pastillas antidepresivas. No sale de casa si no va a hacer la comprar. Las vecinas le llaman la gris. Tiene treinta y siete inviernos y se siente muerta. No diferencia el sabor dulce y el amargo… Y lo peor… No puede hablar de esto con nadie, o le levantan la mano. Su barra de labios carmín ha sido reemplazada por marcas malvas en su amarga cara. Su sonrisa fue substituida por falsedad. La mirada de juventud ahora solo tiene miedo. Y su vestido blanco esta sucio de los golpes…golpes de la vida que ella nunca debió aguantar.

Por verle sonreír, ella volvió a perder...
¿Quien marca la linea de diferencia entre el amor y la costumbre...?